
No hace mucho aprendí el concepto de incongruencia emocional, es aquella sensación que seguramente todos habéis experimentado, estar donde en realidad no queremos estar, hacer lo que realmente no queremos hacer, mirar hacía donde no queremos mirar, hablar de lo que no queremos hablar, sientes que el mundo te domina, que estás atado, te falta el aire...solo en tu mente eres capaz de desenmarañar las ataduras emocionales, es entonces cuando cierras los ojos y puedes verte en ella, corres por un enorme prado verde que simula la libertad, corres y corres mientras sientes la hierba húmeda en la planta desnuda de los pies, notas la brisa que recorre tu cara como una caricia, se enreda en tu cabello dejando impregnado en él aquel olor de hierba fresca proporcionado por el rocío, solo puedes correr, y correr, la sensación de cansancio no llega, solo puedes sentir como tu respiración se acelera, tu corazón cada vez palpita con más fuerza, es entonces cuando ves que justo allí delante de ti se alza majestuosa e increíble cima, abrupta, casi inalcanzable en un primer vistazo, maravillado ante semejante montaña percibes que al final se erige un árbol frondoso, de enormes ramas que simulan unos enormes brazos abiertos esperándote para abrazarte, esa imagen te invita a desear subir a la cima con toda tu fuerza, abrazarte a ese árbol increíblemente bello que te espera con los brazos abiertos, deseas subir, sabes que debes subir, que el descanso, la paz, que en realidad buscabas mientras corrías entre la libertad está allí.
Es entonces cuando haces un alto para mirar a tu alrededor y escuchar el silencio, estirándote en la hierba que te ofrece un agradable confort, miras hacía el cielo y las nubes están realizando una bella coreografía para tu deleite y fascinación, sin darte cuenta el cansancio te ha vencido cierras los ojos, y justo en ese momento cuando vuelves abrir los ojos te descubres en la realidad, pero con una nueva realidad, un nuevo sentido, un nuevo objetivo. El sueño te ha dado la respuesta... Corre, corre con todas tus fuerzas hace la libertad de elegir tu camino, de alcanzar lo que deseas, no importa el tiempo que emplees en correr hacía ello, no te rindas si en el último momento se complica la situación, al final allí arriba te espera lo que buscas, te espera abrazar aquello que te reconfortará, lo que te permitirá conectar con tu entorno y sentir que has cumplido tu objetivo, que has elegido llegar, que has elegido tu propio camino, y entonces justo en ese momento sentirás aquello que vulgarmente llamamos felicidad. Y como me enseñaron una vez estiraras el brazo izquierdo, flexionaras el derecho acercando la mano a la altura del codo izquierdo, y entonces la mano de tu brazo izquierdo que aun sigue estirado la acercaras a tu hombro derecho y te darás unas palmadas, y obtendrás un abrazo de ti mismo felicitándote con unas palmadas por haberlo hecho tan bien!!!
Suerte en el camino, en él nos encontraremos.