La educación

Mientras somos niños nuestros padres se esfuerzan en enseñarnos hablar, a ser personas responsables, asumiendo nuestros actos, previniéndonos de lo que nos espera.
Nos enseñan a respetar a todos, a respetar nuestro entorno, a comprender que el esfuerzo siempre tiene una recompensa, que el camino fácil no siempre nos conduce a un hermoso lugar, que no siempre lo que queremos es lo que realmente nos hará felices.

Lo maravilloso de dedicar una sonrisa, mostrar siempre la parte más humana de nosotros sin temor a que las debilidades se conviertan en nuestra condena.

Pero se les olvidó mencionar...

Que más tarde, cuando vayamos y salgamos a la realidad, nos espera otra realidad, la sociedad de la cual formaremos parte, la misma que nos enseñara que debemos callar, que aquellos que tienen grandes responsabilidades a su vez tienen grandes excusas para eludirlas, que nuestros actos siempre tienen consecuencias y a pesar de ello no siempre aquellos que cometen actos con terribles consecuencias, tendrán el castigo adecuado, si llegan a tenerlo.
Jamás nos podrían prevenir de lo que realmente nos encontraremos, una sociedad que únicamente es contemplada des de una visión egoísta, donde el alter ego impera en prácticamente todas nuestras etapas, que debemos sobrevivir en una jungla de asfalto, en la cual las debilidades se convierten en moneda de cambio, en la cual no sobrevive el más fuerte, solamente aquel que tiene menos escrúpulos.
Una sociedad totalmente deshumanizada, en la cual solamente prevalece el tanto tienes tanto vales, convirtiéndonos en anuncios los maniquí de nueva generación, sin costes y aportando beneficios.
Qué lastima que debamos olvidar tan rápido aquello que en definitiva nos hace humanos, la capacidad de emocionarnos, de razonar, de expresarnos, de reflexionar...